viernes, 14 de febrero de 2014

DOBLECES

Como todos, camino arrastrando una maleta. Mi maleta me ha enseñado a ver, observar, estar siempre pendiente de cada gesto, cada palabra, cada mirada. Cuando alguien me habla, escucho sus palabras pero leo sus manos, sus poses, sus caras. Percibo miedo, ilusión, tristeza, desinteres, engaño. No soy nada especial, simplemente crecí como un dos y una cosa lleva a la otra. No obstante esto me limita enormemente en mis relaciones sociales. He de reconocer que soy tremendamente intolerante. No acepto la incoherencia ni la hipocresía. No admito las dobleces. Pierdo rápidamente el interés por aquellas personas cuyas palabras nunca se encuentran con sus gestos y sus miradas.

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