sábado, 28 de junio de 2014
CAMINANDO CON LEONARDO BOFF
" A la 1,30 h de la madrugada suena la campana del convento. Hay una viejecita en la puerta. Lleva una linterna encendida. Va envuelta en un grueso manto de color ceniza. Trae un pequeño paquete. Dice: "Es para el padrecito extranjero que estaba en la misa del gallo". Me llamaron. Me entregó el paquete, muy bien envuelto, con estas breves palabras: "Usted está lejos de su patria. Lejos de los suyos. Traigo aquí un pequeño obsequio para usted. También para usted es Navidad". Me apretó fuertemente la mano y se volvió a sumergir en la noche bendecida por la nieve.
En mi cuarto, yo solo, mientras evocaba imágenes de la Navidad en casa, muy parecida a la de este sitio, pero sin nieve, deshice con reverencia el paquete. Era una vela gruesa. De color rojo oscuro. Toda ella decorada. Con un grueso soporte de metal. Una lucecita iluminó la noche de la soledad. Las sombras se proyectaban trémulas y largas sobre la pared. Ya no me sentía solo. Fuera de la patria había acontecido el milagro de la Navidad: la fiesta de la fraternidad de todos los hombres. Alguien había comprendido el mensaje del Niño: hacer del extraño un prójimo y del extranjero un hermano."
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario