Hoy en el despacho unas compañeras me plantean que hacer ante la situación siguiente:
Un padre cuyos hijos han quedado bajo su guarda y custodia tras la separación del matrimonio, informa que hará caso omiso del régimen de visitas establecido en la sentencia y en modo alguno va a facilitar la relación de “sus hijos” con la familia materna.
Eterno dilema.
Hemos de presumir que el juzgador habrá dictado una sentencia justa, habrá ponderado todos los extremos y lo finalmente fijado en Sentencia será lo más acorde con el conocido “favor filii”.
Quiero confiar en ello.
No obstante, no es ese el tema del que quiero escribir.
El tema que me plantean, a mí me hace ir mucho más allá.
Son sus hijos. En teoría, deben ser lo más importante en este mundo para esa persona.
Diga lo que diga la sentencia, ¿ese padre está actuando en beneficio de sus hijos o en el suyo propio? Está pensando en el interés y desarrollo normal de sus hijos o actúa movido por el rencor, el despecho, el odio...?
Lamentablemente esto es lo que normalmente veo en la práctica habitual y no lo entiendo.
Para mí, un niño es lo más maravilloso de este mundo.
Son puros, confiados, sinceros, alegres, curiosos, buenos...
Son esponjas en nuestras manos. Arcilla que moldeamos sin darnos cuenta de ello, en cada palabra nuestra, cada gesto.
Creo que no somos plenamente conscientes de esto y lo afirmo por lo que veo.
En el trabajo veo casos más extremos. Como padres/madres despechados/as (parezco del ministerio para la igualdad) son capaces de utilizar a sus hijos como medio para hacer daño al otro sin reparar en el daño que sus actos están produciendo en esas personitas indefensas que no tienen ninguna culpa de nada.
Pero no siempre son casos extremos.
En el día a día todos estamos muy ocupados corriendo o lo que es peor, frustrados por lo que nos gustaría hacer y no hacemos por que tenemos “obligaciones”.
Que yo sepa, salvo casos extremos, a nadie le obligan a tener un hijo. Es más, en la actualidad, te lo ponen bastante fácil para evitarlo, si es eso lo que quieres.
No obstante los tenemos. ¿Por qué?
Es la edad ya de tenerlos; hay que hacerlo por que así lo marcan las normas sociales; los tienen ya nuestros amigos; es ley de vida o como he tenido que llegar a oír aunque envuelto de chanza, “es la parte que tienes que aguantar si quieres sexo con tu mujer”.
¡Pues vaya gracia!
Tener un hijo es lo más maravilloso que te puede ocurrir en la vida.
Te concede el regalo de conocer el amor incondicional.
Te otorga el don de ver el mundo con otros ojos. Los suyos.
Te da la ilusión de vivir y el día de mañana cobra sentido.
Te permite la experiencia de anteponer a otro ser antes que a tu persona. El.
Te enseña el significado de la palabra abnegación.
Te premia con la inmortalidad. El sentirá tu ausencia.
Yo, lamentablemente, solo tendré dos hijas.
Yo, gracias a Dios, tengo DOS HIJAS.
Desde que me levanto hasta que me acuesto voy corriendo.
Salgo de casa: Llevo a Celia con mi suegra. Bendita suegra. He concretar la hora de firma en la notaría. He de avisar al cliente que viene a firmar. Recogeré la documentación del despacho de camino. Que no se me olviden las recetas de la leche de Celia. He de comentarle a Paco el tema de la herencia. Le he puesto una chaqueta por si hace frío. Suena el teléfono, me traen una documentación. Llego en cinco minutos al despacho. He de envolver el regalo del cumpleaños de Pilar. Pasaré por la farmacia antes de subir al despacho. Subo, miro el correo. Leo y contesto. Preparo la documentación. Salgo disparada a la notaria. La firma se retrasa. He de estar en casa de mi suegra a las 13 horas ya que Amadeo tiene juicio a las 12 horas y no puede hoy recogerlas. Bendita suegra. Regreso al despacho. Dos llamadas. Poco más. Me retraso. Pilar come con las primas en casa de la abuela. Le gusta quedarse luego un poco a jugar al ordenador. Yo llevo desde las 7:30 horas con un baso de leche. Cuando era soltera no me gustaba la leche. Hoy en día es mi principal alimento. Rápido y nutritivo. Salimos de casa de la abuela, bendita abuela, a las 15.30 horas. Aun no he entrado por la puerta he de preparar la papilla a Celia. Pilar se cambia sola. Hacemos deber. Hay que crear el hábito. Arreglamos al caracol. Llamada de teléfono, no molestes ahora Pilar. Llenamos la bañera. Las dos juntas dentro. Cambio a una. Arreglo a la otra. Pilar merienda. Celia se duerme. Juego con Pilar en su habitación. Juegos educativos para fijar su atención. Llega Amadeo. Celia se despierta. Llamada de teléfono. Mándame las escrituras sin falta mañana. Ejercicios de Celia. La familia entera ensaya con Pilar su próximo festival. Amadeo hace la cena. Yo sigo con Celia. Cenamos. En el interin me levanto unas ochenta veces. Celia empieza a tener hambre. Preparo biberón. Amadeo recoge. Doy el bibe. Duermo a Celia. Limpio a Pilar, se ha puesto perdida de tinta jugando con los cuños de caballos. Nos lavamos los dientes. Se acuesta. Hoy no me lees como siempre? Cariño, hoy voy a escribir un poquito Vale? Aun ha entrado dos veces a la biblioteca.
No cambio esta vida por nada del mundo.
Llego a la cama agotada pero encantada.
Soy tremendamente feliz.
Mentiría si no dijera que me gustaría hacer un viaje. Pero he de decir que ese viaje me apetece por dedicarle un poco de tiempo a una gran amiga así como a un tesoro de hermana que tengo.
Mentiría si no dijera que todo esto ha alterado mi relación con Amadeo. Es normal. El también corre. Casi ni nos vemos. También estaría bien hacer una escapadita con él y estar solos, pero no por mucho tiempo. Me gusta que estemos todos juntos.
Mentiría si no dijera que me hace falta dinero. Pero he de decir que me preocupa por ellas y al mismo tiempo son ellas las que me dan las fuerzas para obtenerlo.
Me encanta la vida que tengo.
Me encanta correr todo el día y no tener tiempo.
Si es por ellas, vale la pena.
No espero nada a cambio.
Ya me lo han dado todo sin saberlo.
martes, 15 de junio de 2010
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